Juan Marcos Estarán Peix.

Letrado    Admón. de Justicia.

SAC Social de Barcelona

Nos cogió la tormenta y sin paraguas, y eso que hacía tiempo que los meteorólogos avisaban de que venía la tormenta perfecta. Y salimos corriendo de los juzgados y tribunales con la voz que “viene el bicho”, generándose el apocalipsis judicial.

A partir de aquí todo fue un caos demasiado difícil de diagnosticar, porque esta situación, no se había previsto en ninguno de los múltiples protocolos a los que se es tan aficionado esta administración, y las sublimes jefaturas. Casi seguro que hay protocolos para una invasión extraterrestre, pero no para un hecho como este.

La gravedad de la situación a nadie, se le escapó, no era para menos, Pero el fallo generalizado por el retraso en la informatización general de la administración de justicia se ha notado de verdad, y las consecuencias las podemos imaginar. Desde la reforma de la LOPJ, en el 2003, a que siguió la reforma de las leyes procesales en el año 2009 y la del 2015, solo he visto discursos en pro de la digitalición, cambios de gobierno, y demás, pero vamos mucha palabrería y poca inversión en la justicia base. Tranquilos, nos decían-vamos a tener la mejor justicia del mundo, pero a estas alturas seguimos en la cola de la modernización de la administración. Mucho hablar de hacer puentes modernos, y en muchos casos nos han dejado la barca para cruzar el río y poco más. En la práctica en vez de poner un puente moderno, nos han puesto una madera en mal estado. Y eso cuando cada cual, en la justicia, la ascua su sardina, dejando los restos para los demás. Y cuando ha llegado la crisis sanitaria, nos ha dado de lleno, y sin haber hecho los deberes. Y como es normal, primero ha sido la salud, y después ya hablaremos de lo demás.

Desde que nos montaron el estado de alarma, y desde el primer día, nadie sabía a lo que atenerse. Aquello fue como la casa de los líos donde cada uno campaba a su aire, y todos buscaban la puerta de socorro, porque nadie sabía lo que había que hacer. Vamos como 40 Rue de Percebe, pero a lo grande.

Que si presencialidad, que disponibilidad, que te vendo la moto, que te lleves el portátil a casa, sino llévate algo, para teletrabajo, aunque sea el fax, o un tambor o el código morse, etc.…

La cabeza como un bombo con tantas instrucciones, y nosotros como Letrados en medio de esta guerra, de este caos, como casi siempre. Una justicia con muchos salvadores, pero cada uno dando su peculiar opinión, como cual reunión de adivinos a un euro la consulta por SMS. Unos proponiendo jornadas de mañana y tarde, en plan finca del marqués. Otros con la idea tan divertida del datáfono, que da para reírse un rato con unas cañas entre amigos, los sindicatos mareando la perdiz, los funcionarios buscándose la vida con tantas instrucciones, y nosotros tan confusos como casi todo el mundo, pero en medio del monumental lío montado. Seguro que nadie olvidara los chats de compañeros, de funcionarios, los primeros días, como algo rayando la paranoia.

Pero es que cuando eres un Letrado de la Administración. de Justicia, y te toca estar más cerca de la realidad diaria, te das cuenta porque a veces la gente quiere linchar al árbitro para desahogarse. Y más cuando comienzas a verse las ideas luminosas, sin contar con nosotros. Quitando el famoso datáfono, en plan supermercado judicial, me figuro que con descuento del diez por ciento para el que tuvo la idea, nadie cayo que, con la simple dotación de portátiles, comprados o alquilados, y puesto en manos de los funcionarios, aunque no todos, el futuro que nos espera no sería tan trágico. El coste de unos ordenadores portátiles, no creo que sea mayor, que el coste de observatorios, gerencias, asesores y demás cosa creadas para mayor gloria de ciertos cargos, que al final suponen cargas publicas innecesarias. De esta catástrofe se deben sacar varias conclusiones, pero la más importante, es que sobran mucho gasto inútil, y falta inversión de futuro, en una administración de justicia, que como se ha visto, ha sido incapaz de responder adecuadamente a una crisis como esta. Necesitamos más inversión en programas informáticos efectivos y entrar de lleno en el mundo que vivimos de verdad. Irnos olvidando del papel en general, y de la justicia predigital como garantía de futuro.

Porque todavía ahora hay quien sigue empeñado en usar el papel en forma masiva, en hacer copias, o peor tiene el ordenador prácticamente de adorno. Para que voy a contar, que no veamos día a día muchos de nosotros, y que en muchas ocasiones han puesto ruedas de molino, al desarrollo de una Oficina Judicial, que ya tendría que funcionar a pleno rendimiento, y dotada de medios tecnológico-modernos. Al final va a ser verdad, que acabara funcionando la justicia por algoritmos, de forma automática, en la resolución de los asuntos, como sigamos como hasta ahora.

Barcelona a 30 de abril del 2020