Estefanía Ave Prieto

LAJ del Juzgado de familia nº 12 de VigoWhatsApp Image 2023-11-24 at 01.07.58

Fue Olympe de Gouges quien dijo, en plena revolución francesa, “si una mujer puede subir al patíbulo, también puede subir a la tribuna pública”, pero acabó siendo encarcelada, se le negó el derecho a un abogado, y por fin fue guillotinada por Robespierre. Las mujeres, piezas esenciales de los movimientos revolucionarios, principalmente desde el S.XVIII, fueron muchas veces devoradas y soterradas en sus reivindicaciones.

Podemos pensar que al menos en occidente, después de las sufragistas inglesas, y tras la incorporación de la mujer al mundo laboral propiciado la II Guerra Mundial, las cuestiones más básicas, el trazo grueso, estaban conseguidas casi dos milenios después de Cristo.

No sé, siempre he sentido una especie de sobrecogimiento cuando estudiaba la oposición y llegaba al tema aquel de las modificaciones al Código Civil, y se citaba la Ley de 2 de mayo de 1975, que suprimió las licencias maritales y judiciales que, con el derecho anterior, condicionaban la actividad jurídica de la mujer casada, y que – cito literalmente el temario de Carperi- “supuso el reconocimiento de que el matrimonio no modifica la capacidad de ninguno de los cónyuges. Para muchos de nosotros 1975 es ayer, y sin embargo esa era la situación jurídica de la mujer en una sociedad española que inauguraba la democracia. Podría decirse que era una sociedad no muy distinta a la que en 1789 hacía que las mujeres tuvieran que rogar ser instruidas, poseer empleos, no para usurpar la autoridad de los hombres, sino para ser más estimadas por ellos”. Petición de las Mujeres del Tercer Estado al Rey Luis XVI”.

Es verdad que hoy, al menos, la igualdad formal nadie la discute, si no estamos en Irán, claro. Pero queda la otra, la lucha contra los estereotipos de género, los modelos culturales asentados en nuestro inconsciente. No es casualidad que dos grandes filósofos de este siglo, Pierre Bordieu y Judith Butler, aborden la necesidad de repensar el papel de la mujer, también de los géneros, en la sociedad actual.

Bourdieu habla de “violencia simbólica”, la cual no solo está socialmente construida, sino que también nos determina los límites dentro de los cuales es posible percibir y pensar. Nos explica de cómo naturalizamos e interiorizamos las relaciones de poder, convirtiéndolas así en evidentes e incuestionables, incluso para los sometidos, para las sometidas. Por su parte Judith Butler pretende desestabilizar las creencias comunes de las anteriores nociones y propone desafiarlas.

Por eso, no desaprovechemos la oportunidad de reflexionar este sábado 25 N sobre la necesidad de seguir avanzando hacia la verdadera igualdad. A lo mejor han llegado los tiempos en que las nuevas revoluciones las tengan que hacer las mujeres, porque las viejas, como la francesa, acabaron ninguneándolas, cuando no, eliminándolas.

tribuna libre